domingo, 15 de enero de 2012

Ahmadineyad en América Latina

La visita del presidente iraní a América Latina, la quinta que realiza desde que asumió el poder en 2005, concluyo sin generar ningún cambio significativo en las relaciones irano-venezolanas. Podríamos, ser un poco más específicos, y señalar que lo más correcto sería llamarlas “relaciones irano-ALBA” ya que los países visitados (Venezuela, Nicaragua, Cuba y Ecuador) pertenecen a ese foro regional.
El viaje no generó muchas expectativas ya que Brasil no estaba en la agenda. El gobierno de Dilma Roussef decidió distanciarse de la cálida política exterior de Lula hacia Irán y priorizar otras áreas. Desde ese punto de vista, a los decisores iraníes no les ha quedado otra opción más que volver la vista a Caracas, un socio que había pasado al segundo nivel durante la luna de miel irano-brasilera de 2009 y 2010.
Posteriormente, la no inclusión de Guatemala fue la segunda mala noticia para Ahmadineyad. El visitar un país que acaba de comenzar su período como miembro no permanente del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas hubiera tenido un impacto muy importante para Teherán.
En definitiva, sin Brasil, sin Guatemala, sin Bolivia (un punto que no debemos descartar) y sin los principales socios comerciales de Irán en la región (Argentina, Uruguay y México) Ahmadineyad paseo por los países del ALBA en lo que podríamos denominar una fácil coreografía ya que no hubo preguntas incómodas en las conferencias de prensa, sobraron los elogios y la retórica antiimperialista y de hermandad entre los países del Tercer Mundo  no pudo ocultar las contradicciones y limitaciones de estas relaciones.
En el caso venezolano, las relaciones económicas y las iniciativas conjuntas no avanzan de acuerdo a los planes realizados y la frustración aumenta por parte de los empresarios iraníes que no ven llegar los beneficios tan ansiados. En Nicaragua, los planes de cooperación bilateral anunciados cuando se relanzaron las relaciones irano-nicaragüenses en 2007 no se han materializado y los problemas derivados de las críticas al proceso electoral que dio nuevamente el poder a Daniel Ortega han servido para que nadie en Managua diga en voz alta que la ayuda prometida aun no ha llegado.
En La Habana, dio la sensación de que Ahmadineyad estaba más interesado en visitar a Fidel Castro que a Cuba. Finalmente, Ecuador sirvió para que salieran a la luz las diferencias entre el presidente Correa y amplios sectores económicos ecuatorianos que temen que un mayor acercamiento a Teherán les cierre oportunidades en otros mercados internacionales.
Así, tomando en cuenta la escasa incidencia real de la visita del presidente iraní podemos preguntarnos: ¿Cuáles han sido los objetivos del viaje?. La respuesta se encuentra en la política interna del país: el próximo 2 de Marzo tendrán lugar elecciones parlamentarias en Irán y el actual gobierno necesita mostrar que aún le quedan amigos en el sistema internacional. De allí este largo viaje.
Para peor, durante la ausencia de Ahmadineyad de su país un nuevo científico nuclear fue asesinado (el cuarto en los últimos dos años) en lo que parece ser un conflicto entre bambalinas entre Irán e Israel (o Estados Unidos).
De todas maneras, para el iraní medio, ni el presidente en América Latina ni el asesinato referido, conforman la principal preocupación. Sobre todo si tomamos en cuenta que los índices de inflación anual llegaron al 24%, el desempleo avanza entre los jóvenes y la moneda iraní (el Rial) se ha depreciado de manera considerable frente al dólar en las últimas semanas.
Deberemos esperar para ver si las declaraciones altisonantes de la gira se plasman en iniciativas concretas. Sin embargo, lo seguro es que Ahmadineyad está más preocupado por el resultado de las elecciones del mes de marzo que por otra cosa.