Mientras que la Guerra Ruso-Georgiana ha generado una situación de inestabilidad en el Cáucaso, las implicaciones de este conflicto para la región de Medio Oriente y para Europa aún están por manifestarse en forma completa.
La región del Cáucaso ha planteado tres opciones para Europa en cuanto a las posibilidades de obtener los recursos energéticos necesarios:
La primera opción, que podemos denominar la "opción clásica" y que se desarrolló en la época de la Guerra Fría, es hacer llegar los recursos a Europa vía Rusia. Desde este punto de vista, ha quedado bastante claro que ligarse energéticamente con Moscú de forma exclusiva puede convertirse en un problema de seguridad importante a futuro puesto que limita las opciones políticas europeas.
La segunda opción energética europea se ha concretado en la ruta Baku (Azerbaiján)-Tiblisi (Georgia)-Ceyhan (Turquía), una ruta de oleoducto y gaseoducto diseñada políticamente y no geográficamente ya que desde el comienzo su objetivo fue evitar territorios rusos o iraníes. En este caso, el conflicto de Georgia también ha influido negativamente ya que a penas comenzó el conflicto Azarbaijan comenzó a enviar su petróleo vía Irán alegando motivos de seguridad pero nada parece indicar que el gobierno azerí deje de lado la opción iraní optando así por la política de no poner todos los huevos en la misma canasta.
La tercera opción europea es Irán, es decir, incluir al socio más lógico tanto desde el punto de vista de la producción como geográficamente hablando. En este sentido, Manoucher Motakki reafirmaba en la reunión que mantuvo en Nueva York con su par belga, Karel de Gucht, que Teherán está dispuesto a colaborar energéticamente con Europa.
La inclusión de Irán y el desarrollo del Proyecto Nabucco paracen ser las mejores opciones europeas ya que ambas evitan los dos principales problemas de esta situación: Ligarse en forma exclusiva a Rusia y negar la importante posición iraní.
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