Ayer alrededor de 35 personas han muerto en un atentado realizado en la ciudad de Pishin durante una reunión entre miembros de los Pasdaran y líderes tribales de esa región. En el atentado ha muerto el vicejefe de la Fuerzas terrestres de los Pasadara, Nour Ali Shustarí, y el comandante provincial de los Pasdaran, Rayab Ali Mohammad Zadeh. Se trata de uno de los atentados más importantes de los últimos años es una zona donde el grupo terrorista sunita Jundullah mantiene una lucha encarnizada con las fuerzas gubernamentale iraníes. Una lucha que se ha visto complicada en los últimos años por el empeoramiento de la situación de seguridad en Afganistán y Pakistán (dos estados limítrofes con esa provincia) y por el aumento del tráfico de drogas que genera recursos a este grupo armado iraní.
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El grupo Jundullah (Ejército de Dios) es un grupo liderado por Abdolmalek Rigi que desde el 2003 lleva adelante una campaña contra el gobierno de Teherán. Las autoridades iraníes ha acusado a Pakistán y a Arabia Saudita de dar apoyo y fondos a los insurgentes baluchis. Luego del atentado de ayer también Irán mencionó que este grupo sunita recine apoyo de países occidentales lo cual no es una declaración menos teniendo en cuenta la reunión de hoy del Grupo 5 + 1 con Irán en Viena por el programa nuclear iraní. Lo cierto es que la creciente fuerza del Jundullah es un ejemplo más de que la falta de gobierno en Pakistán y Afganistán es también un problema iraní y no solo un problema de pakistaníes, afganos y las tropas occidentales que luchan contra los talibanes.
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