Una persona murió y varias decenas resultaron heridas ayer en Teherán cuando manifestantes chocaron con la policía durante una marcha que el gobierno no había autorizado para dar su apoyo a lo sucedido en Egipto. Desde Irán se ha apoyado a lo sucedido en Egipto estableciendo un paralelismo entre lo sucedido con el Sha en 1979 y lo ocurrido con Mubarak. Sin embargo, y como era de esperar, a nivel interno se ha reforzado el control sobre la oposición.
El apoyo de la secretaria de Estado norteamericana a lo sucedido en las calles de Teherán no es una buena noticia ya que podría ser utilizado para afirmar que estos movimientos son apoyados e instigados desde el exterior. Sin embargo, la situación iraní es más compleja porque detrás del mal humor social no solo hay jóvenes deseosos de cambios políticos sino una población cuya situación económica se ha visto muy perjudicada por las reformas al sistema de subisdios que ha iniciado el presidente Ahmadineyad. Reforma muy necesaria desde el punto de vista económico pero con consecuencias a nivel social y político que aún no pueden definirse con total claridad. Por otra parte, el escaso apoyo internacional de Irán dificulta aún más su posición al no poder mostrar a sus ciudadanos ni una economía pujante ni un sistema con plena legitimidad internacional. El General Juan Perón solía decir que los pueblos avanzan con sus gobernantes a la cabeza o con la cabeza de sus gobernantes. La necesidad de reformas en el sistema político iraní y lo sucedido en Túnez y en Egipto debería hacer considerar la necesidad real de reformas antes de que las mismas se consigan a través de la fuerza.
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