El nuevo gobierno brasilero de Dilma Rousseff se ha expresado de manera clara contra la situación de los derechos humanos en Irán aunque resta por saber si se trata de una política de mayor compromiso con este tema o una forma de acercarse a los Estados Unidos de forma indirecta.
En un primer momento la política de Teherán hacia Brasilia ha buscado que no haya diferencia entre la época de Lula y esta nueva etapa. Así, el gobierno iraní felicitó a Rousseff por su triunfo electoral y Mohammed Abbasi participó de la ceremonia de investidura invitando a la nueva presidenta a visitar Irán. Sin embargo, la nueva presidenta ha marcado una diferencia al señalar con fuerza su postura sobre temas referidos a la defensa de los derechos humanos como por ejemplo la condena a muerte por lapidación de Sakineh Ashtiani. Al respecto ha dicho que "es un acto de barbaridad, aún considerando los usos y costumbres de Irán".
El gobierno iraní ha manifestado telefónicamente su incomodidad por estas declaraciones a la embajada de Brasil en Teherán, generándose la primera diferencia bilateral entre Irán y el gobierno de Rousseff. La posición de la presidenta brasilera ha sido apoyada por un grupo de mujeres iraníes disidentes quienes están organizando una campaña para fortalecer esa línea discursiva.
La Ministra de Cultura de Brasil, Ana de Hollanda, se ha referido a la censura en Irán de las obras del escritor brasilero Paulo Coelho. Según el editor de Coelho en Irán esta censura se relaciona con las críticas del gobierno brasilero a la situación de los derechos humanos en Irán.
Es probable que la posición de Rousseff tenga su origen en necesidades de política interna y externa. A nivel interno, podría relacionarse con la necesidad de establecer una diferencia con el gobierno de Lula para mostrar así independencia y posturas propias. A nivel externo, el objetivo prioritario de la política exterior de Brasil son los Estados Unidos y esta postura a favor de los derechos humanos puede significar una medida que le brinde beneficios políticos sin que implique grandes costos ya que las relaciones comerciales irano-brasileras marcharán por camino y posiblemente no se verán afectadas de manera significativa.
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