miércoles, 2 de febrero de 2011

La situación regional en el Golfo Pérsico y Medio Oriente

El conflicto entre Irán y la comunidad internacional sobre el programa nuclear de Teherán continúa sin muchas novedades. Resulta difícil para cada una de las partes involucradas el aceptar públicamente que los últimos 30 años han sestado equivocados: ¿Es que Estados Unidos no es el Gran Satán o que Irán no está en mano de Mullahs locos? (para parafrasear el título del interesante libro de William Beeman (The ‘great Satan’ vs. the ‘mad mullahs’: how the United States and Iran demonize each other).

Las opciones ante tal situación parecen ser dos: Una solución militar o bien continuar con la presión económica y diplomática esperando que el gobierno iraní modifique su punto de vista sobre el uso de la energía nuclear.

La solución militar se complicad día a día. Desde el punto de vista de los Estados Unidos, resulta complicado abrir un nuevo enfrentamiento cuando nu Irak ni Afganistán están completamente estabilizados. La inestabilidad de Egipto (donde Jordania ya ha sido contagiada y posiblemente lo sean otros estados árabes de la región) augura pocos apoyos en Medio Oriente para una política exterior agresiva. El nuevo gobierno libanés donde Hezbollah ha logrado quitar del medio a Saad Hariri significa un avance de las posturas más duras. Incluso Israel (que ha reaccionado muy débilmente ante el nuevo gobierno en Beirut) ve difícil una salida militar. El nuevo jefe del Mossad, Tamir Pardo, acaba de llegar a su puesto y eso así como la situación del Ministro de Defensa y Vice Primer Ministro, Ehud Barak, que ha dejado el Partido Laborista para formar su propia formación política. 

Tal vez por eso, en las últimas semanas se ha intensificado la campaña tendiente a mostrar la peligrosidad del gobierno iraní en base a las violaciones de los derechos humanos ocurridas en ese país. 

En definitiva, la caida en cadena de los regímenes árabes ha desplazado momentáneamente a Irán del primer lugar de la agenda de seguridad de Medio Oriente aunque eso no significa que no se deje de señalar a Teherán como una amenaza regional.

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