Desde la llegada al poder de Mahmud Ahmadineyad se ha profundizado una línea de política exterior que se había insinuado durante la última presidencia de Mohamed Khatami: el acercamiento a América Latina. Hugo Chávez en Venezuela y recientemente Lula en Brasil se convirtieron en los socios más importantes de Teherán en la región. El intento de mediación brasilero (y turco) del pasado mes de Mayo con respecto al programa nuclear iraní es una muestra de ello y del impacto internacional que ha tenido esta relación.
Sin embargo, se trata de una iniciativa centralmente brasilera. Pensado por y para Brasil, para fortalecer su posicion internacional y alimentar su voluntad de ocupar un asiento permanente cuando se plasme la reforma al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.
América Latina está comprometida con el desarrollo nuclear pacífico desde hace más de 40 años cuando se firmara el Tratado de Tlatelolco que estableció la segunda zona libre de armas nucleares luego de la Antártida. Un esquema que luego se hizo extensivo al Pacífico Sur (Tratado de Rarotonga de 1983), al Sudeste de Asia (Tratado de Bangkok de 1995) y a África (Tratado de Pelindaba de 1996). Está muy cerca (aunque estancado) la concreción de Asia Central como zona libre de armas nucleares (Tratado de Semipalatinsk de 2006) y recientemente en la última conferencia internacional de revisión del TNP se incoporó la idea de negociar un futuro tratado para Medio Oriente lo cual fue interpretado por mucho países como una victoria frente a Israel.
A pesar de ese largo compromiso de América Latina en cuanto al uso pacífico de la energía nuclear, la OPANAL que es el organismo encargado de la aplicaición del Tratado de Tlatelolco no se ha referido al tema iraní, ni siquiera luego de la intervención de Brasil en el tema.
Tampoco lo ha hecho la recientemente UNASUR cuando el mismo preámbulo de su tratado constitutivo dice que uno de los objetivos será "el fortalecimiento del multilateralismo y la vigencia del derecho en las relaciones internacionales para lograr un mundo multipolar, equilibrado y justo en el que prime la igualdad soberana de los Estados y una cultura de paz en un mundo libre de armas nucleares y de destrucción masiva".
¿No hubiera sido deseable que OPANAL o UNASUR se refiriera al tema del programa nuclear iraní?. Hubiera sido una excelente oportunidad de mostrar al mundo no solo la unidad de la región en cuanto a un tema importante de la agenda internacional, sino también dejar en claro que los principios sobre los cuales se pretende construir la unión sudamericana se concretan en acciones y no solo en declaraciones.
Una vez más la retórica pudo más que la realidad. Por eso, parafraseando a esa frase atribuida a Stefan Zweig sobre Brasil, diremos que "América Latina será el continente del futuro...y siempre lo será".
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