El presidente iraní, Mamud Ahmadineyad, ha dicho ayer por televisión que no tendría problemas en enviar el uranio que Iránnecesita para su reactor nuclear a Rusia para que allí sea enriquecido. Es decir, aceptaría la propuesta que en Octubre le hicieran los miembros del gupo 5+1 en las negociaciones de Ginebra y Viena. Pienso que decir "no tenemos problemas en aceptar la propuesta" difiere enormemente de "Acepto la propuesta". Falta mucho para eso.
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Así, lo que podria ser una buena noticias para todos (incluso para Irán), no suma aplausos sino más bien dudas. Los representantes iraníes se han pasado (un par de meses) la fecha límite dada por los países del G-5+1 en el ámbito de la AIEA a la vez que se encargaron de dar indicios contradictorios, que sin duda son reflejo de las diferencias existentes en el seno de la estructura de poder iraní. Por lo tanto luego de la demora, y las múltiples respuestas, ninguna de ellas oficial, es lógico que las palabras de Ahmadineyad no acaparen titulares.
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Por otra parte, en sus palabras hay un tufillo extraño. Podríamos pensar que es una forma de intentar contrarrestar la cada vez más activa diplomacia norteamericana que busca una nueva resolución del consejo de Seguridad de Naciones Unidas. El presidente iraní no es el único que enfrenta condicionamientos internos, en Washington muchos piensas (cada vez son más) que luego de más de un año de tender la mano a Irán sin recibir ninguna respuesta concreta es hora de posturas más enérgicas.
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Las consideraciones de política interna están muy presentes en las palabras de Ahmadineyad, la próxima semana se celebra el 31 aniversario de la República Islámica de Irán en un contexto de crisis económica interna y con la mayor crisis de legitimidad política de las últimas tres décadas. Lo que menos necesita el presidente iraní es una nueva resolución de condena en Naciones Unidas. No por lo que las sanciones en sí puedan significar sino porque aumentaría la evaporación de la poca confianza internacional en Irán.
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Decíamos que lo que diga Naciones Unidas no es tan relevante en términos jurídicos, como dice el refrán inglés "words without swords are just words". Ninguno de los países más implicados en este tema se caracterizan por un cumplmiento a rajatabla de lo que diga ninguno de los órganos de Naciones Unidas: Irán continúa con su programa nuclear y coopera lo mínimo posible, Estados Unidos lo mismo, Israel otro tanto y aún Gran Bretaña se comporta así (Argentina sigue esperando que Londres se siente a negociar la soberanía de las Islas Malvinas).
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Lo que está en juego es de carácter político, por eso Irán se equivoca cuando lo plantea en términos jurídicos. Claro que tiene derecho como miembro signatario del Tratado de No Proliferación de acceder a tecnología nuclear con fines paíficos!!!. Políticamente la situación es distinta.
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China es un escollo a superar. Pekin no dará facilmente su voto. No solo por cuestiones de seguridad energética sino porque la política de Washington hacia Taiwán ha generado demasiadas consecuencias negativas.
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Israel, preparando el terreno, en estas semanas se ha encargado de recordar a los países europeos que a pesar de las sanciones siguien haciendo negocios con Irán (incluso le fue recordado este hecho a Berlusconi de viaje oficial en Israel, "Berlusca" aprovecho para señalar que la empresa estatal italiana ENI dejaría de lado nuevos negocios con Teherán).
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