A pesar de que en las últimas semanas la mayoría de las noticias referidas Irán se centraban en las elcciones presidenciales y en la reacción de parte de la población ante esos resultados, el programa nuclear iraní sigue siendo de gran preocupación para la comunidad internacional, aunque no aparezca en las primeras planas de los diarios.
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El dominio por parte de Irán del ciclo completo del Uranio (incluido obviamente su enriquecimiento a grado de ser utilizado, por lo menos potencialmente, en explosivos militares), no solo significaría un nuevo golpe a la credibilidad del Tratado de No Proliferáción Nuclear sino que alteraría el esquema geopolítico de Medio Oriente y tres estados serían los más afectados: Israel, Arabia Saudita y los Estados Unidos de América.
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En el caso de Israel, significaría el fin de su "exclusividad nuclear" y debería reconocer la importancia de Irán en este ámbito. De ahí que desde Tel Aviv no se descarte ninguna linea de acción para evitar que Irán obtenga este status nuclear. Status aunque sea solo teórico ya que poseer el conocimiento para fabricar una bomba atómica no significa poder construirla (como es el caso de dos países con ese tipo de tecnología como son Argentina y Brasil).
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El segundo afectado sería Arabia Saudita, que vería sensiblemente disminuida su altura estratégica regional ante un Irán nuclear. De ahí que en estos días han tomado estado público una serie de infomaciones que indican que podría haber un entendimiento entre Israel y Arabia Saudita para que aviones israelíes pasen por el espacio aéreo saudí para así poder llegar a territorio iraní y atacar sus centros nucleares (puede verse aquí, o aquí). A pesar de la diferencia en sus regímenes la posible alianza entre Te Aviv y Riad se enmarca en la más clásica teoría realista, "el enemigo de mi enemigo es mi amigo".
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