Mañana comienza el mes sagrado de Ramadán y durante esos treinta días la vida corriente en los países islámicos cambia totalmente. No solo el ayuno, sino los horarios, las reuniones familiares, las series de TV especiales de ese mes y los dulces a los que los iraníes son tan adeptos.
Este año muchos están más interesados en saber que pasará luego de que termine este mes sagrado y la vida vuelva a la normalidad. En el caso iraní, la comunidad internacional espera que el gobierno de Teherán se siente nuevamente a negociar con los miembros del Grupo 5+1 a la vez que ayer mismo la AIEA informaba que la visita de los inspectores a la Planta Piloto de Enriquecimiento realizada el pasado 17 de julio había constatado que "Irán estaba alimentando con material nuclear dos cascadas de 164 centrifugadoras, interconectadas entre sí".
Sin embargo, al iraní de la calle el programa nuclear no le quita el sueño. Lo que realmente le precupa a millones de iraníes que luego de Ramadán el gobierno comenzará a implementar un plan para reducir los subsidios del combustible y los alimentos. Una ley aprobada por el parlamento en el pasado mes de marzo que significará una reducción de 20.000.000.000 de dólares (20 billones) en los próximos cinco años. Esta ley impopular pero necesaria contempla sólo la mitad de la reducción de lo que el presidente iraní contemplaba originalmente pero que no fue aprobado por el Maylis. Con ese dinero se espera poder generar créditos para empresas así como una red de seguridad social para la población con menores recursos.
Aunque se ha afirmado que se dará ayudas directas a los sectores más desfavorecidos, lo cierto es que muchos temen que este dinero genere más inflación y termine empeorando la situación. A esto debemos sumar las críticas que desde los bazaríes se hacen al gobierno por los aumentos de los impuestos. Una medida común a casi todos los países del mundo.
Aunque se ha afirmado que se dará ayudas directas a los sectores más desfavorecidos, lo cierto es que muchos temen que este dinero genere más inflación y termine empeorando la situación. A esto debemos sumar las críticas que desde los bazaríes se hacen al gobierno por los aumentos de los impuestos. Una medida común a casi todos los países del mundo.
El sistema de subsidios de Irán representa unos 100 billones de dólares anuales, lo que representa casi el 30% de su PIB, de allí la necesidad de cambiar este paradigma lo antes posible.
A pesar de que Ahmadineyad diga que las sanciones internacionales no afectarán a la economía iraní esta medida económica dice lo contrario. Uno de los principales objetivos es reducir sensiblemente el consumo de combustible, ya que a pesar de tener grandes yacimientos de petróleo Irán no posee capacidad de refinación y exporta petróleo crudo para importar gasolina. Casi un tercio de sus necesidades en ese área son cubiertas por importaciones, las cuales son más difíciles luego de las nuevas sanciones internacionales.
Será un Ramadán con una sensación de incertidumbre, tanto en el plano interno como en el plano internacional.
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